Acto de Griñán y Zapatero en Sevilla en la presentación de candidat@s municipales
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Compañeros, compañeras: Bienvenidos todos a este acto que supone el principio de un camino ilusionante. Un camino que vamos a recorrer juntos, unidos, con confianza y seguridad. Un camino que tiene una meta: ganar las próximas elecciones municipales. Ganarlas con nuestras ideas, con nuestras propuestas, con nuestros candidatos. Porque queremos el voto de la ilusión. De la confianza en el futuro. El voto de la esperanza. No pediremos el voto contra nadie. Lo pediremos para unas ideas y unos programas que solo tienen un fin: mejorar nuestros pueblos y ciudades. Los hombres y mujeres que hoy se encuentran aquí, comparten muchas cosas: comparten sentimientos, ideas, preocupaciones, ilusiones, metas... Pero sobre todo, comparten una actitud. Comparten una forma de entender la política, un estado de ánimo:Son hombres y mujeres que dan la cara. Que no se acobardan y que siempre mantienen y mantendrán un compromiso con y para sus vecinos. Hombres y mujeres que están al lado de quienes más lo necesitan. Los candidatos, los alcaldes y alcaldesas que hoy presentamos, son así: socialistas entregados en cuerpo y alma a su trabajo. Asumen sus responsabilidades. No harán como otros que se pasan la legislatura echando la culpa a los demás de su propia incompetencia y despilfarro. No son mezquinos como esta derecha que quiere que todo vaya mal para encontrar su oportunidad sobre los escombros. Son los candidatos del partido de los andaluces; la expresión del orgullo socialista, de la confianza en el futuro. Son los abanderados de políticas innovadoras, de políticas sociales, de políticas de desarrollo sostenible. Tenemos extraordinarios alcaldes y alcaldesas y presentamos candidaturas que van a recuperar y consolidar los grandes proyectos de ciudad. Todos y cada uno de vosotros contáis con mi apoyo y mi mas sincero agradecimiento como secretario general de los socialistas andaluces. Mi apoyo, mi agradecimiento y mi total confianza. Sin reservas, sin letra pequeña. El PSOE es un partido municipalista. Dirigentes históricos como Indalecio Prieto, como Largo Caballero o como Julián Besteiro trabajaron en la política municipal. Fue en los ayuntamientos democráticos, donde forjaron su compromiso de servicio a los ciudadanos, ese compromiso de proximidad que llevaron siempre consigo. Allí aprendieron las reglas más hermosas de la política democrática: Escuchar, ayudar, compartir, solucionar… Somos un partido de ideas, sí. Y las ideas son las que marcan la dirección de nuestra política. Pero, escuchadme bien, las ideas sin el contacto con la realidad no nos permitirán encontrar las mejores soluciones. Solo viviendo los problemas de la gente, solo sufriendo con los que sufren, hablando con los que necesitan exponerte sus problemas, podremos hacer que la política recupere el prestigio perdido. El prestigio que es tan necesario para hacer que una sociedad progrese. Esto es lo que hacen nuestros alcaldes y alcaldesas. Y esto es lo que hace que los ayuntamientos sean los impulsores de la democracia, sus mejores avalistas. Por eso, estas elecciones municipales han de ser las que inicien una nueva etapa de recuperación de la confianza política. No os hablo de la política instantánea. Ni de la política demoscópica. No hablo de la política de la demagogia, de los reality show o el del grito irracional, el insulto, la mentira y el rencor. Hablo de la política que hace que los ciudadanos se sientan parte de la solución de los problemas. Los tiempos de bonanza y de crecimiento económico han hecho que nuestras sociedades, las sociedades más opulentas, hayan vivido como si el futuro ya estuviera escrito, como si hubiéramos llegado a la meta, como si las conquistas históricas no corrieran peligro. Acaso por esto somos todos responsables de que la política se haya convertido a veces en una subasta de ofertas electorales: quien daba más o quien bajaba más los impuestos. Los políticos nos dirigíamos más a consumidores y clientes que a ciudadanos. La crisis ha terminado con este sueño de crecimiento imparable. Y casi siempre el despertar de un sueño trae la desilusión y el desengaño. Por eso hoy, ante estas elecciones municipales, es importante recuperar la confianza. No se trata de ignorar las dificultades sino de saber que podemos superarlas, que las estamos superando. Que las vamos a superar. Lo estamos haciendo, y lo vamos a seguir haciendo, con la política, con movilización social, con el partido socialista, con nuestros alcaldes y alcaldesas, con el gobierno andaluz y con el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero. Y, sobre todo, con los cambios progresistas que siempre ha protagonizado este partido. Con cambios y con reformas. Reformas sí, para salir de la crisis. Pero también para que no vuelva a ocurrir. Reformas que eviten la especulación, que conviertan al trabajo bien hecho en el centro del sistema económico. Reformas que hagan de la educación nuestro principal motor de avance. Si la educación fue siempre nuestra bandera, hoy debe ser, además, el mejor camino para cambiar la economía y para hacerla más humana, más estable y más sostenible. Es necesario reforzar el compromiso con el progreso. Porque el progreso, compañeros y compañeras, no se hace a sí mismo. No tiene instrucciones de uso. Si creemos que todos los problemas sociales tienen una solución técnica; si creemos que el mercado es la única respuesta que nos da la economía, solo conseguiremos una sociedad más injusta, más desigualitaria y menos democrática. Necesitamos a la política. No todo los resuelve el mercado. Porque no ha sido el mercado, no, el que: Ha creado un sistema público de salud para todos Ni el que universalizó la educación, creo las becas o la gratuidad de los libros de texto. No es el mercado el que mejora año a año el SMI. Ni el que protege a las personas que pierden su empleo. No es el mercado el que ha implantado, los servicios sociales O las ayudas a las personas dependientes Ni el que ha universalizado las pensiones. No fue el mercado el que decidió construir el AVE y hacer que su primera línea llegara a Andalucía. No. No es el mercado el que implanta las energías renovables ni el que protege nuestros parque naturales o nuestro patrimonio histórico. Y tampoco ha sido el mercado el que ha decidido la investigación con células madres. No. No ha sido el mercado ni tampoco esa derecha del PP que se opuso a todas esas medidas, a todos esos cambios. Fue la política la que decidió hacer todo esto. Fueron los hombres y las mujeres de nuestra tierra las que utilizaron la política para mejorar las leyes del mercado y las que supieron que era el PSOE el único capaz de hacerlo. Sus alcaldes, sus diputados y sus gobiernos. Fue sí, la causa socialista y andaluces como Felipe González, como R. Escuredo, P. Rodriguez de la Borbolla o Manolo Chaves, como Carlos Díaz o Pedro Aparicio. Como Manolo del Valle, como Alfredo Sánchez Monteseirin. Como José Antonio Marín Rite o Juan Ceada. Como Santiago Cabrejas, como Fernando Martínez. Como Antonio Jara, Jesús Quero, Pepe Moratalla o José Maria de la Torre. Y mujeres. Mujeres tenaces, luchadoras como Amparo Rubiales, Carmeli Hermosin, Concha Gutiérrez. Como Magdalena Álvarez, Carmen Calvo, Bibiana Aído, Mar Moreno, Fuensanta Coves, Carmen Peñalver, Micaela Navarro, Petronila Guerrero, Pilar Sánchez y muchas otras. Todas estas personas y otras muchas han demostrado que la política es el gran instrumento para transformar la realidad y la mejor vía para alcanzar nuestros sueños de libertad e igualdad. Demostraron que la política es algo hermoso. Es la esperanza y la voz de muchos hombres y mujeres, que, durante años y siglos, estuvieron al margen de cualquier decisión que les afectaba. La política hace a los hombres y mujeres dueños de su destino y nosotros, los socialistas, formamos parte de la mayoría de progreso que ha hecho de España y de Andalucía una tierra de oportunidades. El mandato de las urnas nos obliga a velar por el bienestar y el progreso de nuestra gente. Y aplicar programas humanos y solidarios. Lo hemos hecho siempre. La historia es nuestra avalista para el futuro. Nos demuestra que somos el partido de la libertad y de la igualdad de oportunidades. El partido del cambio y del progreso. El partido de las reformas. Justo las que estamos haciendo para salir de la crisis. Tenemos hoy un dirigente como José Luis Rodríguez Zapatero que ha ampliado el campo de los derechos de la ciudadanía con gran enfado, por cierto de la derecha más rancia, es decir la derecha del PP. Un gobernante que toma decisiones y que mira al futuro. Que se arriesga pero saber tomar decisiones. Sé que cuesta trabajo entender que, en ocasiones, tenemos que renunciar a parte del presente para ganar el futuro. Pero eso es la política: Gobernar para hoy y para mañana. Y eso implica que a veces hemos de hacer renuncias. Que no todo se puede hacer hoy y que mucho de lo que hacemos hoy condiciona el mañana. Hay que aceptar que, para salir fortalecidos de esta crisis, tenemos que renunciar a un modelo de crecimiento que parecía eterno pero que en realidad vivió de prestado y era insostenible. Las reformas que estamos haciendo tratan precisamente de encontrar un nuevo camino más estable, más sostenible. Y ese camino implica sacrificios en estos momentos. Ahí, José Luis, es donde se demuestra la grandeza de un político. De un partido. No somos Don Quijote luchando contra los molinos de viento, aunque algunos nos quieran ver así y aunque a veces tengamos nosotros mismos ese sentimiento. Somos el partido que ha transformado este país y esta tierra en apenas tres décadas. Con medidas reales, tangibles y de progreso. El partido que sacará a los ciudadanos de esta grave crisis, como siempre lo hemos hecho. Será entonces, compañeras y compañeros, cuando los ciudadanos verán que los sacrificios han valido la pena. Será entonces cuando la derecha tenga que agachar la cabeza ante la ciudadanía por haberse dedicado todo este tiempo a poner zancadillas y a aliarse con la crisis para tratar de encontrar, de una manera totalmente irresponsable, una oportunidad electoral. Porque son incapaces de jugar limpio, de concurrir a las urnas con un programa electoral serio y creíble. No quieren ganar; quieren que nosotros perdamos; y eso, José Luis, tu partido no lo va a permitir. Porque los andaluces y las andaluzas sabemos lo que es esta derecha. Es la misma que ha querido utilizar la huelga para cargarse a los sindicatos. Es la misma derecha que, aquí en Andalucía, consiente que sus dirigentes nacionales nos llamen a los andaluces indolentes, analfabetos o gallinas. La misma, José Luis, que trató de parar nuestras reformas más importantes. La misma que con Rajoy y Arenas castigó a Andalucía negándole sus derechos durante ocho años de plomo. Gobernar no es fácil. Lo sé. Pero también sé que Zapatero tiene oído y sabe escuchar. A todos. Y también a Andalucía. El 23 de agosto fui a explicarle la importancia que tenían para Andalucía determinadas inversiones cuya ejecución se había retrasado. Le pedí que no las detuviera. Me escuchó y conseguimos financiación para hacerlas. Y esto, compañeras y compañeros, enfadó a la derecha. Vaya si la enfadó. Pero, eso sí, la enfadó de distinta forma. Mientras Arenas decía que me había vuelto de La Moncloa con las manos vacías, los demás dirigentes del PP; los de Madrid, Valencia, Castilla o Galicia se quejaban de que Andalucía se había llevado una lluvia de millones. Hubo incluso uno, el de Murcia, que llegó a decir que estuve con Zapatero dos horas y me había llevado un millón por cada minuto de entrevista. No está mal ¿verdad? Así que, ya sabes José Luis, la próxima reunión que tengamos va a durar seis horas. O diez. Lo cierto y verdad es que mentía Arenas y mentían los demás. Porque tú, José Luis, que conoces bien a Andalucía, sabes que somos una tierra que nunca pide nada que no le corresponda. Exigimos nuestros derechos y no admitimos discriminaciones. Solo eso. Nada más y nada menos que eso. No me vine con las manos vacías ni me traje de La Moncloa ningún privilegio para nuestra tierra. Me traje lo que era justo y lo obtuve de un dirigente que sabe, porque tiene sensibilidad democrática, que la cooperación entre las Administraciones es imprescindible para mejorar el bienestar de los ciudadanos. Entre nosotros la colaboración entre todas las instituciones socialistas siempre ha sido el mejor impulso para el progreso de Andalucía. Hoy, más que nunca, para salir de la crisis necesitamos ese trabajo conjunto de todos: gobierno central, autonómico, diputaciones y Ayuntamientos. Todos juntos como un gran equipo. El Estado de las Autonomías es una historia de éxito. Ningún otro ha hecho a España más fuerte y solidaria. Pero es verdad que la construcción del estado de las autonomías ha tapado a veces el ingente trabajo de nuestros ayuntamientos. Y es curioso que siendo la institución que más viven, que más ven, que más quieren los ciudadanos, es la que menos se oye en el debate público. Por eso es necesario recordar que la historia de la autonomía andaluza no se podría escribir sin la historia de sus Ayuntamientos. ¿Habría sido posible ganar aquel referéndum del 28 de febrero sin la movilización de nuestros alcaldes? ¿Habría sido posible este sentimiento de progreso, esta voluntad de cambio que manifiestan los andaluces y las andaluzas, sin el trabajo diario, sin el compromiso social de nuestros alcaldes? ¿Y habría sido el mismo el progreso de nuestra tierra sin la vocación municipalista del PSOE de Andalucía? Somos municipalistas, y por eso desde el gobierno andaluz hemos aprobado leyes para impulsar la autonomía local y para cooperar en la financiación de los servicios públicos fundamentales. Somos la única comunidad autónoma, la única de España, que cuenta con este desarrollo constitucional y estatutario. La única que, en un año de duros ajustes presupuestarios, va a multiplicar por dos su aportación a los ayuntamientos. Sabed los responsables municipales que todos los ayuntamientos, todos sin exclusión, van a seguir contando con el apoyo del gobierno andaluz. Hacemos, seguiremos haciendo, Andalucía, desde lo local, desde cada pueblo, desde cada ciudad. Y para ello, es fundamental la motivación ciudadana. Quiero a un partido que movilice, que transmita el valor de la política para crear ámbitos de diálogo y convivencia. Una ciudad es algo más que sus casas. Algo más que sus calles y sus plazas. Es mucho más que la suma de sus barrios. Es un espacio para convivir. Los equipamientos culturales, educativos, los deportivos, los sociales, los espacios verdes... son parte de un trabajo que consiste en hacer ciudad. O lo que es lo mismo en hacer ciudadanía, ciudadanía activa. Porque la ciudad se hace cuando sus ciudadanos se sienten protagonistas del progreso de sus pueblos y ciudades. Cómplices de lo que en ellos ocurre. Su participación es la que hace ciudades. La historia de los ayuntamientos socialistas es también la de la construcción de nuestras ciudades. Muchos habéis vivido cómo se hicieron las grandes ciudades. Cómo crecieron sin orden ni concierto por la emigración del campo a la ciudad, creando zonas de abandono y de miseria. Muchos habéis vivido esa pesadilla de la marginación urbana. Fue nuestra política de barrios la que hizo que los suburbios de los extrarradios se fueran convirtiendo en ciudad. Fue nuestra política de eliminación de barreras la que consiguió dar cohesión a las ciudades. Y ha sido nuestra disposición al diálogo, la cooperación y colaboración entre administraciones la que ha hecho posible que allí donde gobiernan nuestros alcaldes y alcaldesas exista un nuevo concepto de ciudad. Fijaros sólo en Sevilla. Era una ciudad sin integración, dividida, con barrios abandonados a su suerte, sin los servicios mínimos. Una ciudad rota por el río y el ferrocarril que la partía en barrios incomunicados; una ciudad con un casco histórico expoliado. Esa era la Sevilla de no hace tanto. Los socialistas sacamos el ferrocarril de la ciudad, construimos puentes, pusimos el metro, hicimos una política de barrios, apostamos por ellos y recuperamos el casco histórico. Y así la Sevilla de hoy es una capital integrada en la que todos sus vecinos se sienten participes de una misma ciudad. Hoy Sevilla es el centro y es Triana y es Bellavista y es Sevilla Este, Amate, Alcosa o Pino Montano. Sevilla, es toda ella, Sevilla. Una ciudad que se ha hecho con el empuje de todas las Administraciones socialistas y que seguiremos haciéndola entre todos bajo el gobierno de Juan Espadas. Y necesitamos a María Gámez en Málaga para que esta gran ciudad encuentre una alcaldesa que coopere con todas las instituciones. Los malagueños saben bien lo que es un alcalde que todo lo paraliza, que recurre toda decisión a favor de Málaga y de sus ciudadanos y que espera que los demás le hagan su trabajo. Que ha hecho del enfrentamiento y el lamento su única política. Que no asume sus responsabilidades. ¿Qué ha hecho el alcalde de Málaga mientras los socialistas le hacíamos los accesos y la circunvalación a la ciudad, le hacíamos el metro, le llevábamos el Ave, le soterrábamos las vías, le hacíamos la estación María Zambrano, le abríamos el puerto, le ampliábamos el aeropuerto, le devolvíamos a Picasso con un gran museo, le construíamos la ciudad de la justicia, le abríamos espacios verdes o le hacíamos el PTA? Protestar, contratar asesores con sueldos millonarios y endeudarse. Los gobiernos socialistas hemos hecho inversiones muy potentes en Granada, en Huelva, Cádiz o Almería que tampoco han sabido aprovechar sus alcaldes para hacer ciudad. Estas ciudades necesitan a Paco Cuenca, a Petri Guerrero, a Marta Menéndez y a Juan Carlos Usero. Y hemos trabajado en Córdoba para conseguir que sea capital cultural de Europa en 2016. Y perdonadme que me pueda mi amor a esta ciudad y os diga que Córdoba, esa capital asombrosamente hermosa, hecha de muchas culturas que convivieron junto al Guadalquivir, es la capital cultural de Europa por derecho propio y Juan Pablo Durán así la verá como el primer alcalde socialista de esta democracia. Compañeros y compañeras, termino ya. Nuestro desafío no es solo ganar las elecciones municipales. Es, además de eso, recuperar la confianza política; la confianza en la política. Y, por eso, os pido como siempre: a todos los que sois candidatos y a todo el partido, que no caigamos ni en la demagogia de tratar de ofrecer todo a todos gratis, ni en el discurso del miedo, la mentira o el rencor. Andalucía, nuestro territorio urbano, tiene huellas inconfundibles de lo que somos y hacemos los socialistas. Se trata, sí, de vencer. Pero, sobre todo, se trata de convencer. Y para eso hay receta: Unidad, movilización social, argumentos y trabajo. Lo que siempre hemos sabido hacer mejor que nadie. Compañeras y compañeros, amigas y amigos. Esto no ha hecho más que empezar. Hoy es el primer día de todo lo bueno que queda por llegar. El primer día de nuestra nueva frontera. La que vamos a conquistar con nuestras ideas y nuestro trabajo. Todos juntos. Todos y todas. Suerte, fuerza y salud. |