Donde hablan las piedras
Publicado el 12/06/2015
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Al-Hakam Morilla Rodríguez
Las ancianas alpujarreñas de las proximidades previenen al viajero. Tened máxima precaución allí, dicen, 'algunos han muerto'. Un abrupto tajo montañoso separa los pueblos de Bérchules y Mecina-Bombarón. Acceder a ese lugar no es fácil. Sin embargo, nuestra Memoria como Pueblo milenario no puede omitir los terribles hechos que allí y en otros muchos lugares sucedieron, si no queremos vernos condenados mañana a repetirlos.
La historia oficial contemporánea ha tratado de silenciar aquel Horror, más por solapado racismo que por fanatismo religioso disimulado. Fue en la Guerra de Liberación contra el desvalijador colono castellanista, iniciada en la Nochebuena de 1568, levantados los andaluces hijos de conversos a la fuerza desde las sierras almerienses hasta la Serranía de Ronda, el área de Marbella, el Valle de Guadalhorce y la Axarquía malagueña.
Durarían años los progromos sanguinarios de los reclutados cruzadetes, al arrimo del seguro botín, coordinados por los tercios de Felipe II. Por esas fechas se inició también la Guerra de los Ochenta Años en Flandes. Allí se recuerda con orgullo la resistencia frente al invasor imperialista de Madrid con festejos y gastronomía popular reivindicativa. Por contra a los andaluces el régimen centralista solo apoya y financia homenajear a nuestros verdugos, revestidos sus sicarios con careta 'democrática'.
Por vez primera en la historia moderna de Europa, cuatro siglos antes que en Bosnia, se documenta en la Alpujarra la planificación de violaciones de mujeres del enemigo para refresco de la tropa mercenaria. Trescientas solo en Berja. Aunque a diferencia de los Balcanes los violadores tenían la misma religión que sus víctimas, las denominadas 'moriscas' (del infamante término de 'morita'), bautizadas al nacer por sus mismos clérigos católicos. Nada de este Horror se explica por Institutos de la Mujer, en asociaciones feministas o el cuerpo docente pagados con nuestros impuestos, cuando un simple paseo hoy por el marginado barrio virgitano de Matadero evidencia que la mayoría de vecinos de la localidad, salvo los gitanos, excluyeron socialmente en un gueto de pobreza a los proscritos frutos de los vientres de la barbarie. Hasta hoy.
La Alpujarra también es pionera por haber sufrido otros crímenes contra la humanidad no menores que los anteriores. Para conocer donde se comenzó a usar gas en cámaras para exterminar a adversarios ideológicos no hace falta viajar a Auschwitz o Mauthausen. Ya a principios del S. XVI, cuando se abolió el estatus mudéjar (del árabe 'mudenyyan', domesticado) pactado en las condicionadas y traicionadas Capitulaciones de Granada, se había masacrado a ancianos, mujeres y niños que se refugiaron en su mezquita, asfixiándoles antes de morir abrasados. Además en la mal llamada 'guerra de las Alpujarras', en la Guerra de Liberación Andalusí, los de 'poner la otra mejilla' -hasta llegar al poder- a los que se habían rebelado frente a la opresión y el saqueo coloniales de la época, los atufaron con humo en bocas y respiraderos de cuevas, sellando luego éstas. Estos exterminios ordenados por los capos del monárquicopapismo, para escarmiento de todos los demás súbditos, lo narra sin el menor escrúpulo ni vergüenza el mismo cronista oficial de aquellos hechos, Luis del Mármol Carvajal, en su pormenorizada relación 'Del Rebelión y Castigo de los Moriscos del Reino de Granada', ¡tres cuartos de siglo después de su caída!
Mas los castaños centenarios, cuyas raíces beben de la sangre de nuestros antepasados, nos flanquean el paso hacia esa quebrada entre Mecina-Bombarón y Bérchules; las abejas de una veintena de colmenas, en apariencia almenadas, en hilera saludan al peregrino; los pinos que levantan sus copas desafiantes como lanzas, nos muestran la verdad de las entrañas de la martirizada tierra. Por eso a los andaluces de conciencia, a los andalusíes, no ha podido engañarnos la vil propaganda nacionalista española, ni silenciarnos la terrorista discriminación de siglos...
En ese corazón de la Alpujarra olvidado pero jamás perdido, erguido sobre Cádiar, Narila, Bérchules, Alcútar y Mecina, frente a Juviles la Inexpugnable, hasta las rocas palpitan y al viajero hablan.
Andalucía 10 de junio de 2.015
Al-Hakam Morilla Rodríguez
FORO ABEN HUMEYA