Los “perfilados y acondicionamiento de arenas”, que lleva a cabo Costas y reclama el ayuntamiento, solo son medidas “cosméticas”, que no van a la raíz del problema.
Se necesitan soluciones globales que partan de la realidad de una dinámica litoral compleja y específica de la zona.
Parece increíble que disponiendo las administraciones de numerosos estudios que caracterizan la dinámica litoral de nuestros tramos de costa, tanto de la Universidad de Cádiz, como del CSIC y otros, no se aborden soluciones integrales o se acepte la adaptación a unas causas naturales que ningún “perfilado y acondicionamiento” podrán arreglar. Y años tras años se empleen recursos y dineros que tras los primeros temporales deja las playas como estaban o peor.
Es suficientemente conocido que el tramo de costa entre Ayamonte y Malandar está sujeto a la deriva litoral que hace que la corriente dominante y los sedimentos discurran hacia el Estrecho de Gibraltar, por producirse más evaporación en el Mediterráneo que en el Atlántico, y por tanto la reposición de las aguas que se evaporan por la de éste último, tendiendo a la creación de flechas litorales en la desembocaduras de los ríos, casos como la de Malandar en la del Guadalquivir, que sigue creciendo en dirección Este; en cambio en el tramo correspondiente entre Rota y Bonanza, el proceso se invierte, siguiendo la corriente litoral neta un sentido SW a NE, por diversas causas:
-
Menor aporte de agua del Guadalquivir, por las sucesivas presas y usos, sobre todo la de la presa de Alcalá.
-
Menor aporte de sedimentos, por consiguiente.
-
Subducción de una microplaca en la zona, con hundimiento de la costa
-
Dominio por tanto de las mareas entrantes en el estuario, tal como tan claramente demostró el Dr. Losada (Losada, M.A . et al. CSIC 2011), en su Dictamen sobre el Dragado del Guadalquivir.
En nuestro caso, aún más específico, los aproximadamente 10 km de costa entre Chipiona y Bonanza, coincidentes con la margen izquierda de la desembocadura del Guadalquivir, presentan un transporte neto en sentido Suroeste a Noreste, impulsado fundamentalmente por los oleajes exteriores ya que el creciente aprovechamiento hidráulico del río desde la década de los 50, ha propiciado el descenso de sus aportes, lo que ha derivado en la reducción del ancho de la desembocadura en 300 metros y en el desplazamiento de la playa situada entre la Punta del Espíritu Santo y Punta Montijo hacia el frente costero de Sanlúcar. Los acantilados pliocuaternarios situados entre Punta Montijo y el Puerto de Chipiona, también han mostrado retrocesos significativos en las últimas décadas (Entre 30 y 50 metros desde 1956), detenidos en parte por revestimientos longitudinales de escolleras. Además hay que considerar que esta “margen izquierda de la desembocadura no reciben aportes directos sustanciales del río, ya que la laja rocosa que bordea el litoral impide el contacto del perfil de playa con los depósitos sedimentarios inferiores” ; es lo que recogen el ingeniero Muñoz Pérez J.J. y otros, en una Revista de Obras Públicas de 1998.1
Ante esta situación de afectaciones por causas naturales y artificiales, no cabe más que soluciones integrales para que sean más o menos duraderas, eliminándose los obstáculos perpendiculares a la costa, que acumulan arenas en su poniente y pierden en su levante. Tal es el caso del Club Náutico y sobre todo su rampa para desembarco de embarcaciones, que está actuando como verdadero espigón afectando, como es fácil observar a toda Bajo de Guía. Si no se elimina éste, la playa de Bajo de Guía indefectiblemente seguirá erosionándose, por muchas escolleras que se le pongan y más destrucción a su paisaje se le hagan.
Desde Ecologistas en Acción de Sanlúcar instamos a Costas y al propio Ayuntamiento, para que haciendo uso de los informes y conocimientos científicos, programen una actuación en nuestras playas, que en los casos que sean posibles mitiguen los efectos de la erosión y se dejen de “parches”, que solamente suponen derroches de dinero público.
ShareThis
Enviar un comentario nuevo