04/03/2016

Las casas de cargadores a Indias en Sanlúcar de Barrameda


Casa de la Piedra. Calle Caridad. Rehabilitada para viviendas.
Ana Gómez Díaz-Franzón
Artículo publicado en las Actas del Encuentro Sanlúcar de Barrameda en la corriente de la Ilustración, en 1995. Texto revisado. Se incluye Anexo con los nombres de los cargadores a Indias en el siglo XVIII.
 

 

 

Muchas de estas casonas de cargadores han desaparecido y otras tantas han sido reconvertidas en casas de pisos, hoteles o destinadas a otros usos. Aún quedan unos pocos y extraordinarios ejemplares que se conservan prácticamente en su estado original (Moreda o Manjón en plaza del Pradillo, Ledesma en calle Carmen Viejo, González de Ceballos en calle Mar, Pastrana, actual de Terán, actual de Barbadillo (las tres en calle Santo Domingo), actual de Hernández en calle Bolsa, entre otras. (seguir artículo aquí)
 

Desde el punto de vista arquitectónico el panorama san­luqueño del siglo XVIII resulta bastante enriquecedor. Durante esta centuria se construyen todavía importantes edificios religiosos y públi­cos -San Francisco, iglesia de San Agustín, Ntra. Sra. de los Desampa­rados, Ayuntamiento, Casa de la Cilla, Pósito, etc.-, pero es sobre todo la arquitectura civil residencial la que obtendrá la supremacía, especialmente durante la segunda mitad del siglo. La mayoría de estas casonas dieciochescas fueron edificadas por los cargadores a Indias residentes en Sanlúcar. Entre todas componen hoy esa imagen majestuosa y señorial que ofrece la ciudad.

 

 

 

Sanlúcar de Barrameda a mediados del siglo XVIII

 

A pesar de los perjuicios que pudo ocasionar a la actividad portuaria de Sanlúcar el traslado de la Casa de la Contratación desde Sevilla a Cádiz en 1717, la ciudad seguirá siendo la población ms numerosa de la provincia, tras Cádiz y Jerez, con sus 20.000 habitantes a finales del siglo. Y aunque, cuantitativamente, su principal actividad económica es la agricultura, no se puede hablar de decadencia comercial pues cualitativamente los mayores beneficios económicos se obtienen del comercio y la industria, con un 70% del producto bruto final, mientras que el sector agropecuario solo contribuirá con el 29 por ciento.

 

En esta superioridad de la actividad mercantil debieron de influir una serie de factores generales, como la recuperación económica internacional tras la crisis del XVII; el gran impulso que cobró el comercio durante el reinado de Carlos III; así como el reforzamiento de las relaciones con América. Particularmente Sanlúcar también se vio favorecida por otros hechos, como el mantenimiento, aunque irregular, de los derechos de Aduana; su actuación como puerto complementario del gaditano; y las repercusiones del Reglamento del Consulado de 1729.

 

En este Reglamento se otorga un tratamiento de preferencia a la ciudad de Sanlúcar, junto a Cádiz, Sevilla y El Puerto de Santa María, al estipular que los comerciantes matriculados en la Carrera de Indias solo podrían residir en estas cuatro ciudades. Además se nombra a Sanlúcar en 1743 como lugar de celebración de las elecciones del Con­sulado de Cádiz cuyos cargos -cónsules y posteriormente priores- llegaron a ocupar sanluqueños como José García Poedo, Pedro González de Cevallos, Juan de Rosas y Céspedes y Félix Martínez de Espinosa. También la ciudad jugaría un relevante papel de arbitraje entre las dos grandes rivales: Sevilla y Cádiz.

 

Esta normativa favoreció que un nutrido grupo de cargado­res a Indias siguiera viviendo en Sanlúcar, aunque algunos de ellos se avencindaron en Cádiz, como Cristóbal y Jacinto Salvador de Arizón o Juan de Rosas, para vigilar sus negocios más de cerca, pero continuaron manteniendo su residencia principal en Sanlúcar.

 

 

 

Cargadores residentes en Sanlúcar

 

Debido a la capitalización obtenida por esta burguesía local, como producto del desarrollo de su actividad mercantil, tanto en los siglos anteriores como en el propio siglo XVIII, se observa en Sanlúcar un importante movimiento inversor en la edificación de fincas urbanas, sobre todo durante la segunda mitad de la centuria. Contrastando los datos que ofrecen las dos relaciones de cargadores a Indias -publicadas por Ruíz Rivera (véase Anexo)-, registrados en el Libro de Matrícula del Consulado de Cádiz -en la primera (1730-1742) no se especifica el lugar de procedencia, mientras que en la segunda (1743-1823) se inscriben 71 cargadores sanluqueños-, los cuales se suman a los localizados en los Libros de Fincas e Industria del Catastro del Marqués de la Ensenada, donde se han podido identificar a 31 sanluqueños reseñados en el Libro de Matrícula, además de otros 36 cargadores que no se hallaban inscritos en el Consulado, pero que aparecen censados en el Catastro de la Ensenada como cargadores a Indias. Así, se ha contabilizado un total de 107 cargadores residentes en Sanlúcar durante el siglo XVIII, cantidad aún provisional que podría ampliarse en futuras investigaciones.

 

Tan sólo teniendo en cuenta los 71 cargadores que reseña el Consulado en la segunda mitad del siglo, Sanlúcar ocupa un digno cuarto puesto entre las poblaciones españolas con mayor número de cargadores a Indias, tras Cádiz (con 645), Sevilla (193) -Antonia Heredia contabiliza 1.023 cargadores sevillanos para todo el siglo- y El Puerto de Santa María (93).

 

 

 

Una élite poderosa

 

Casa Gómez de Barreda (calle Santo Domingo)
Entre los comerciantes sanluqueños destacan fami­lias completas ejerciendo esta actividad, llegando a consti­tuir algunas de ellas verdaderas dinastías como los Arizón. De forma que aparecen inscritos varios miembros de una misma familia durante los mismos años como los Arizón -Cristóbal, Diego, Jacinto y Juan, regis­trados en 1730-, los Rocha, Ramírez de Medina, Gutiérrez de Hinestrosa, Aguilar, Brioso, Almadana, Gassín, etc. Otros muchos actúan en solita­rio, apareciendo en este grupo el curioso caso de dos mujeres, Inés Croquer y Teresa Monje Arizón, censadas en el Catastro de la Ensenada como cargadoras a Indias.

 

Estos comerciantes constituyen una verdadera oligarquía en la ciudad. Acaparan todo el poder económico y político, ostentando una gran parte de ellos los cargos de Regidores, Alguaciles y Escribanos del Cabildo (1752). La carrera de ascenso social, tan prototípica de la burguesía mercantil gaditana del siglo XVIII, se detecta también en Sanlúcar. Los beneficios económicos obtenidos en el comercio dio la oportunidad a estos mercaderes de acceder al estamento nobiliario sin que aparezca como incompatible ese doble carácter de noble y comerciante.

 

Así, un buen número de estos sanluqueños se vieron enno­blecidos durante este siglo como Jacinto Salvador de Arizón, al que se concede el título de Marqués de Casa Arizón en 1748; o Juan Pedro Velázquez-Gaztelu, que recibiría en 1771 los títulos de Marqués de Campoameno y Vizconde de San Antón del Ariscal. De igual forma, otros muchos cargadores obtuvieron o ratificaron sus ejecutorias de nobleza, como Francisco Gutiérrez de Hinestrosa (1680), Francisco Gil de Ledesma (1711), Manuel Rodríguez Pérez (1745) o Diego Gómez de Barreda (1746); o bien cartas de Hidalguía, como Felipe de Villar y Mier (1734), Pedro Esteban González de Ceballos (1736), José García Poedo (1745), Eusebio Juez-Sarmiento (1751), Juan Ramírez de Medina (1766), etc.

 

 

Respecto al poder económico de este grupo, merece mención aparte la familia Arizón, fundadora de una de las compañías mercantiles andaluzas más pujantes de la época. Su volumen de actividad llegó a ser tan elevado que incluso prestaron a Felipe V varias de sus naves, además de cederle los almacenes sanluqueños por un tiempo con todos sus beneficios. En Sanlúcar, Salvador de Arizón encabeza la lista de los cargadores que obtenían mayores beneficios económicos. También los Arizón jugaron un relevante papel en la incorporación oficial de Catalu­ña en el circuito del comercio americano ya que, al encontrarse asenta­da una parte de la familia en Cataluña, no sólo importaban productos catalanes que luego pasaban a Indias, sino que los Arizón sanluqueños invirtieron su capital andaluz en la industria naval catalana a fin de asegurar la ruta Barcelona-Cádiz-América.

 

Cabe subrayar tres interesantes aspectos de este verdadero patriciado urbano. Por un lado, la importante labor de mecenazgo artís­tico que desarrollaron en la ciudad. Estos comerciantes financiaron la construcción de obras religiosas y civiles y donaron muchas de las obras de arte que en ellos se guardan, además de mantener con sus rentas y legados numerosos conventos y hospitales. En este sentido los Arizón sufragaron gran parte de las obras de la Plaza de la Ribera (actual plaza del Cabildo), iglesia de la Victoria o iglesia de San Nicolás, en cuya fábrica también colabora­ron los cargadores Felipe de Villar y Mier y Manuel Rodríguez Pérez, y legaron fuertes sumas a conventos como el de carmelitas calzados.

 

Por otra parte, fueron estos comerciantes trasatlánticos los fundadores y máximos artífices de la Sociedad Económica de Amigos del País, creada en Sanlúcar en 1781, tales como Arizón, Velázquez Gaztelu, Gómez de Barreda, Colom, Joaquín Vergara, Lucas Marín, Manuel Rodríguez Pérez, etc. Con ello se demuestra la modernidad de estos hombres que se hallaban impregnados del cientifismo ilustrado propio de la época, trasladando a Sanlúcar los nuevos aires borbónicos que propugnaban el reformismo social y el desarrollo económico de la población, objetivos que intentaron llevar a cabo a través de las acciones emprendidas por la Económica sanluqueña.

 


Un último e importante aspecto a resaltar, en el terreno socioeconómico, es el de que estos cargadores asentaron las bases del actual sector vitivinícola de Sanlúcar, siendo algunos de ellos fundado­res de importantes empresas bodegueras, cuyo desarrollo tendrá una enorme importancia en la ciudad a partir del siglo XIX. La mayoría de estos comerciantes invirtieron en fincas rústicas vinculándose a la propiedad de la tierra, tanto de sembradura como viñas, cuyo producto final constituía una parte principal de sus negocios.

 

Estos almacenistas y exportadores de los vinos sanluqueños construyeron no sólo las bodegas integradas en sus propias casas -casa-bodega de Francisco Gil de Ledesma, fundador de la actual firma vinatera "Delgado Zuleta"-, sino que edificaron las primeras bodegas plenamente manzanilleras (sistema de criaderas y soleras) que aparecen en Sanlúcar como la bodega "San Pedro" de Salvador de Arizón, en la calle Banda Playa, quien la vender­ía, en 1798, a la familia Vicario Iñigo, cargadores de Cádiz, siendo hoy propiedad de la firma "Miguel Sánchez Ayala" de José Luis Barrero Jiménez. Este último hecho constata, además, esa corriente inversora de los capitales procedentes de los cargadores a Indias gaditanos en la zona del Marco de Jerez, que se produce en la segunda mitad del siglo XVIII, trasladándose de esta forma los beneficios obtenidos en el comercio al sector vitivinícola, como así lo confirma también la construcción o adquisición de bodegas en Sanlúcar por carga­dores de Cádiz como los Belloni o los Angioletti.

 

 

 

Las casas de cargadores

 

La casa sanluqueña de cargadores aparece como una síntesis de influencias estéticas entre la residencia barroca sevillana y la peculiar casa gaditana de cargadores a Indias. A la directriz tra­dicional sevillana, derivada de la antigua condición de Sanlúcar como antepuerto de Sevilla, se une ahora la inevitable inclusión de la ciudad en el intenso tráfico comercial de la bahía de Cádiz, adoptándose ele­mentos propios de la casa de comerciantes gaditana, ya plenamente definida en Cádiz durante el XVIII.

 

Así, de la casa-patio sevillana se sigue manteniendo la amplitud del solar, la organización estructural en planta y la composición de fachadas; y de la gaditana se toman elementos, que vienen a enriquecer el modelo anterior, como la torre-mirador, almacenes y entresuelos -piezas exclusivamente gaditanas pues en Sevilla aparecen independizados de la vivienda- y la decoración geométrica bicolor propiamente gaditana que ornamenta algunos exteriores.

 

Entre las casas sanluqueñas de cargadores destacan, por su gran calidad arquitectónica, las del siglo XVII de Moreda (Plaza del Pradillo), Páez de la Cadena (integrada hoy en el palacio Orleans-Borbón), Rodríguez Pérez (calle San Agustín), casa en calle Bolsa esquina a calle Mar (Hernández), González de Ceballos (calle Mar esquina a calle Diego Benítez), la casa del Carril de San Diego esquina a calle Benegil [en proceso de desaparición]; y la residencia más antigua de las dos existentes en el conjunto Arizón (Calle Divina Pastora).

 

De la primera mitad del siglo XVIII son la más moderna de Arizón (1721); Marqueses del Pedroso y contiguas (calle Luis de Eguílaz), Juan de Lemos (Calle Bolsa), actual de Terán (calle Santo Domingo) y Ledesna (construida por el maestro Salvador Jiménez en 1748, en la calle Carmen Viejo esquina a Carril de San Diego).

 

Para la segunda mitad de esta centuria sobresalen las de Cruzado de Mendoza (del XVII reformada en el XVIII, en calle Almonte esquina a la Escalerilla de los Perros), Gómez de Barreda edificada por Salvador Jiménez en 1766), actual de Barbadillo, García de Pastrana, situadas estas tres últimas en la calle Santo Domingo; Andrés de la Piedra (Calle Caridad), Colom (calle Regina), Juan de Rosas y Céspedes (1770, en el frente principal de la Plaza del Cabildo), Juan Vargas Machuca, en la calle Trascuesta (1758) [demolida ilegalmente y reconstruida]; la posible de Diego Carrillo en Carril de San Diego esquina a Diego Benítez, y varias más en las calles Fariñas, Bolsa, Trasbolsa, de Gutiérrez Agüera en Cuesta Ganado y la posible de Alonso Barrero en Plaza de Madre de Dios.

 

Como modelo-tipo de todas ellas y de ese crisol de in­fluencias estilísticas que se produce en la Sanlúcar del momento se presenta el conjunto de la Casa del Marqués de Casa Arizón, el cual reviste una importancia excepcional por su relevancia arquitectónica, el gran desarro­llo en el espacio y por ser el único conjunto completo en el que perma­necen todos los elementos originarios de esa doble vertiente, residen­cial y comercial, que distingue las casas de cargadores. [hoy, la casa del siglo XVIII ha sido reconvertida en hotel y en la casa del siglo XVII, junto a los almacenes y bodegas, se han edificado 52 viviendas, a pesar de estar protegido el conjunto con la figura jurídica de B.I.C.]

 

 

 

Ubicación en la ciudad

 

Aunque estos palacetes se localizan tanto en el Barrio Alto como en el Barrio Bajo, es en éste último donde se concentrarán durante el siglo XVIII. Esta ubicación vendrá determinada por la función comercial que cumplían, lo cual influyó decisivamente en que estas casas-almacenes se acercaran progresivamente al puerto, a fin de facili­tar las transacciones y el trasiego de mercancías. Aparecerán, mayoritariamente, en la línea que va desde la calle Banda Playa, en su extremo del barrio de la Balsa -donde se sitúa el gran conjunto de Arizón-, hasta la calle Trasbolsa (en el XVIII llamada calle Nueva por estar formándose entonces), en el otro extremo de la ciudad, pues ambas calles se abrían entonces a los arenales de la playa. Igualmente se disponen en las cuatro coordenadas paralelas al eje anterior, que vienen a componer el Barrio Bajo, formadas por las calles de la Plata-Bolsa; San Juan-Ancha-Santo Domingo; Regina-Fariñas-San Francisco; y Carmen Viejo-Alcoba.

 

La mentalidad de los cargadores sanluqueños coincide ple­namente con el perfil que se ha dibujado para la burguesía mercantil gaditana. Prueba de ello es la gran afición por las fincas urbanas de que hacen gala. Los comerciantes más importantes poseían entre ocho y doce casas en la ciudad, como Narciso Cruzado de Mendoza, José García Poedo, Félix Martínez de Espinosa o Diego Carrillo. Mientras que sus residencias principales se localizan en el Barrio Bajo, siguen mantenien­do casas de cierta entidad en el Barrio Alto -casos de Arizón, Gómez de Barreda, Martínez de Espinosa, etc.-, algunas de las cuales serían proba­blemente su primer lugar de residencia, que en el siglo XVIII se relega a un segundo plano.

 

La concatenación de estos palacetes en los ejes urbanos que componían el Barrio Bajo contribuye a integrar y reforzar esa imagen urbana de una “Sanlúcar Americana” que se desarrollaba en un frente continuo, debajo de la barranca que divide longitudinalmente a la ciudad, proporcionando, junto a iglesias, conventos, edificios civiles y plazuelas, una hermosa fachada arquitectónica de los siglos XVII y XVIII frente al mar. Por otro lado, la presencia de estas grandes casonas van a dominar, visual y volumétricamente, los entornos urbanos donde se insertan, tanto por la gran superficie que ocupaban -la casa Arizón se extiende sobre 5.329 m2-; como por las hermosas perspectivas que ofrecen sus fachadas al callejero, de concepción barroca, para acentuar su principalidad, cerrando en ocasiones el frente de alguna calle como la casa Colom (calle Regina).

 

 

 

Organización estructural

 

La distribución de estas casas refleja su doble carácter residencial y comercial, incidiendo decisivamente su función mercantil en la sectorización del edificio. Así, aparecen una serie de sectores funcionalmente diferenciados como son las zonas de almace­namiento, oficinas y vivienda. A veces estos tres sectores se unifican en un mismo edificio, al modo gaditano, situándose las bodegas y almacenes de aceite en la planta inferior y los graneros en la superior (casa Ledesma), reservándose la planta principal para residencia familiar. En escasas ocasiones la entreplanta se abre al exterior (Casa Barbadillo), como ocurre habitualmente en Cádiz, de forma que estos entresuelos no se exteriorizan, quedando integrados en el primer cuerpo de fachada, como en las casas de Arizón o de la Piedra.

 

 

Cuando el sector de almacenaje no está integrado en el mismo edificio se sitúa en las fincas aledañas que progresivamente el comerciante, a medida que aumentaba su capacidad económica, iba adqui­riendo alrededor de núcleo matriz. En ocasiones, estas agrupaciones llegaban a ocupar casi toda la manzana y a veces incluso fueron cedidos por el Ayuntamiento antiguos callejones para integrarlos en estos conjuntos, como ocurrió en la casa de Arizón o la de Rosas. Por ello, en algunas de estas edificaciones se advierten zonas correspondientes a distintas épocas y estilos. En Arizón existe una primera casa del siglo XVII, que se presenta como el núcleo originario del conjunto, según el modelo de la casa-palacio del barroco sevillano seiscentista. Está constituida por apeade­ro; patio o picadero para distribución de cuadras y cocheras; casa al fondo cuya hermosa fachada presenta doble galería porticada de aires italianizantes; y almacenes traseros con una interesante cubrición compuesta por una sucesión de bóvedas de arista construidas con piedra ostionera, que apean en arquerías de medio punto sobre gruesos pilares presentándose como una importante muestra de la arquitectura industrial del siglo XVII [desaparecido]. Junto a este primitivo núcleo se edificó la segunda residencia y los nuevos almacenes en el siglo XVIII, dentro de la tipo­logía propia de las casas de cargadores de la bahía gaditana.

 

 

En origen algunas de las antiguas fincas que compondrían luego estos grandes conjuntos solían pertenecer a distintos miembros de una misma familia de cargadores, como es el caso de Arizón. A mediados del XVIII, las bodegas y almacenes de la calle Banda Playa pertenecían a Cristóbal y Salvador, mientras que la casa del XVII era propiedad de Salvador y la casa del XVIII fue construida por Jacinto, Marqués de Casa Arizón, quien reunificaría todo en una misma finca. Estas agrupaciones son interesantes para conocer in situ la evolución arqui­tectónica seguida por la casa bajoandaluza. Por ejemplo, en Arizón se puede observar el proceso de progresiva reducción de las dependencias que se produce en la arquitectura doméstica de estos siglos, de forma que el amplio apeadero del siglo XVII se irá menguando paulatina­mente hasta quedar reducido al zaguán de entrada a la casa del XVIII.

 

 

La amplitud de los solares que disponía en Sanlúcar facilitó que la estructura de la casa se mantuviera según el orden tradicional de la casa-patio del barroco sevillano. Esto es, alzados en dos plantas, a veces con entresuelo, y ático superior; grandes fachadas con amplios paramentos, que en ocasiones se abren a dos calles, adaptándose las crujías principales a las coordenadas marcadas por las dos vías, al dibujar el ángulo de la manzana -casas Arizón, Ledesma, Gómez de Barreda, Barbadillo, Cruzado de Mendoza, Vargas Machuca, Diego Carri­llo etc.-, completándose con otras dos crujías interiores hasta formalizar el cuadrado o rectángulo de la planta; en estas fachadas se abren numerosos y amplios huecos como en la sevillana del XVIII; y, a veces, los almacenes se extendían en horizontal en dependencias aledañas, como en el gran despliegue espacial que presenta la casa Arizón.

 

Esta amplitud en planta, paramentos, huecos y almacenes contrasta con los reducidos solares que encontramos en Cádiz, los cuales se fueron estrechando aún más a lo largo del siglo XVIII, debido a la escasa superficie edificable existente en aquella ciudad. En Sanlúcar ninguna casa aparece con el planteamiento de grandes alturas en tres o más plantas como es común en la casa gaditana, que suele presentar fachadas estrechas ocupando reducidos paramentos con escasos huecos abiertos a sus apretadas calles.

 

Las cubiertas sanluqueñas mantienen el tradicional sistema de cubrición con teja curva o árabe a dos aguas en cada crujía perimetral, a diferencia de la casa gaditana que se cubre con azotea para recoger el máximo de agua de lluvia, dada la escasez de agua potable que siempre sufrió la ciudad. Mientras que las fachadas gaditanas se coronan con pretil o cítara lisa, las sanluqueñas se rematan con cornisa y voladizo del tejado. A veces aparece un sistema mixto (Arizón) de cubrición con tejado y terraza, rodeando esta última la zona interna del patio que queda acotada mediante pretil o barandilla de hierro.

 

 

 

Las fachadas

 

Durante la primera mitad del siglo XVIII las fachadas de las casas de cargadores son de gran sobriedad decorativa, propia del barroco seiscentista, con cuya estilística conecta las casas Arizón, la del Pedroso, calle Bolsa esquina a Carril o Plaza de Madre de Dios. Las fachadas siguen distribuyéndose en dos plantas con ático final o sobrado, de menor altura, que ahora sale al exterior ocupando todo el frente principal, mientras que en el XVII se mantuvo en el interior sin vistas a la calle, o bien ocupaba sólo parte de la fachada principal (casa Rodríguez Pérez en calle San Asustín).

 

 

Con­trasta con esta austeridad general el ático de la casa Arizón, que pre­senta un tratamiento decorativo inusual en el resto de las casas sanluqueñas de la época. Está compuesto por una sucesión rítmica de 5 x 5, alternándose cinco vanos abiertos de medio punto con otros cinco cega­dos, todos entre pilastras. Estos últimos se hallan divididos con molduras en dos zonas horizontales donde se sitúan unos curiosos óculos ciegos, ovalados en la zona superior y octogonales en la inferior, que se orna­mentaban con pintura bicolor de formas vegetales y aspadas muy en consonancia con la decoración propia de las casas gaditanas.

 

 

El resto de los áticos sanluqueños son más sencillos. No suelen abrir ventanas con molduras salientes en las esquinas, como en las casas de Cádiz, sino que presentan numerosos huecos de medio punto en los más antiguos -galería de la casa Moreda, casa en calle Misericordia esquina a calle Tri­llo-, dentro de la tradición sevillana; o bien balconcillos adintelados o de arquillos rebajados -Gómez de Barreda, Barbadillo, de la Piedra, Diego Carrillo, Vargas Machuca-, al modo jerezano, en correspondencia con los ejes de los huecos de las plantas inferiores

 

La fachada principal suele quedar limitada en sus extremos por grandes pilastrones, decorativos o de reforzamiento, que recorren verticalmente las esquinas y a veces se doblan en las casas que hacen ángulo a dos calles como en Arizón, Barbadillo, aprovechándose en alguna ocasión ese ángulo esquinero para colocar un retablito urbano (casa Ledesma). Las fachadas se distinguen por su acentuada horizontalidad, en relación directa a la amplitud del solar, la cual se verá enfatizada con el resalte de las impostas y cornisamento, que dividen sus plantas y corona el edificio. Los huecos presentan una disposición simétrica. Son rectangulares situándose la portada en un lateral, como en el siglo XVII -Moreda, Gómez de Barreda, Barbadillo- y solo a veces se abre en el centro del paramento -de la Piedra-, como ya era frecuente en el siglo XVIII en Cádiz, cuya ubicación no se generalizará en Sanlúcar hasta el siglo XIX.

 

 

En planta baja suelen abrirse ventanas carceleras, que a veces se coronan con tejaroces de perfil triangular -casa de la Piedra, casa actual de Terán-, así como pequeñas ventanas altas correspondientes a las bodegas y almacenes. En el piso principal aparecen varios cierros y suele quedar centrado por un balcón de mayor envergadura, en eje con la portada, que frecuentemente se enriquece con recercados de piedra tallada y herrajes. Será común que los balco­nes y cierros superiores se cubran con el tradicional guardapolvo de madera o pizarra, de herencia hispanoárabe -Arizón, Pedroso y contiguas, de la Piedra, Cruzado de Mendoza, Díaz de Sarabia en Carril de San Diego-, produciéndose en este elemento alguna variante como el único guardapolvo corrido de la casa Cruzado de Mendoza que cubre varios huecos, al estilo jerezano, e incluso dibuja el ángulo esquinero.

 

 

En el siglo XIX muchos de estos balcones fueron cubiertos con “cierros” de madera y cristal. La rejería es de gran sencillez, complicándose la barandilla del balcón superior con volutas, candeleros y las tornapuntas que lo sostienen al igual que los guardapolvos. No falta en varias de estas casonas el escudo heráldico familiar que preside la portada. Siguiendo patrones anteriores, a veces, en las fachadas posteriores se abren dobles galerías porticadas con arcadas que vierten hacia los jardines traseros (Cruzado de Mendoza, de la Piedra).

 

Casa Cruzado de Mendoza. Galerías hacia el jardín posterior. Foto: 1929. Hoy, la galería de arcos se ha perdido al adosarse a la casa un nuevo edificio de viviendas.

 

La decoración pictórica incisa fue común en estas fachadas, aunque en su mayoría se han perdido. Destaca la ornamentación de Casa Arizón, donde quedan restos, además de en el ático ya comentado, en los muros interiores del mismo, por la zona que da al patio; así como en el exterior del oratorio compo­niendo un friso superior con motivos geométricos; y en los muros exteriores de la calle Banda Playa. 

 

 

 El interior de esta capilla también se encuentra pintado al fresco en su totalidad con pinturas de signo mariano y estilo rococó. Igualmente, estas pinturas realizadas en color blanco y polvo de ladrillo rojo o tierra almagra decoraban el exterior de la torre-mirador, aunque en Sanlúcar no llega a la exuberancia de las torres de Cádiz. La presencia en la casa Arizón de este sentido decorativo tan gaditano de trazados poligonales bicolor hace pensar en un posible maestro de obras de aquella ciudad como autor del edificio. El mismo tipo de pinturas también ornamentaban el mirador de la calle Diego Benítez que además se encuentra enriquecido con un friso superior de azulejería holandesa de Delft.

 

 

 

 

Las portadas

 

Cuando existe entreplanta, tantos los zaguanes como las portadas presentan una gran monumentalidad por acaparar las alturas del piso bajo y entresuelo, pero en Sanlúcar no llegan a las grandes escalas de las casas de Cádiz del siglo XVII, aproximándose más a los modelos gaditanos del XVIII, en los que las portadas son ya menos majestuosas.

 

Las portadas de la primera mitad del siglo ofrecen una gran sencillez decorativa. Realizadas en ladrillo revestido pintado de color albero, quedan flanqueadas con pilastras y remarcadas con simples molduras como en las casas del Pedroso, calle Bolsa esquina a Carril, Plaza de Madre de Dios, San Agustín o Arizón, cuya única concesión ornamental son las cinco ménsulas del friso superior.

 

En la segunda mitad del siglo las portadas se ennoblecen con el uso de la piedra, al igual que en Cádiz, aunque no aparece el mármol como en aquella ciudad. En Sanlúcar la piedra se reserva para la portada extendiéndose al recercado del balcón superior, mientras que en Cádiz, con mayor abundancia de este material, se utilizará también en los zócalos e incluso en toda la planta baja.

 

 

Se podría hablar de una serie de portadas de transición en las que la puerta, y a veces el balcón, aparece recercada por sillares de piedra -Pastrana-, que apenas presentan ornamentación salvo sobrias molduras o filetes quebrados.

 

 

En la segunda mitad del XVIII las puertas presentan una profusa decoración tallada en piedra y molduración mixtilínea. Siguen siendo adinteladas, pero ahora aparecen flanqueadas por sendas columnas y pilastras que se encuentran decoradas, junto al enmarcamiento de la portada, con formas abigarradas de motivos preferentemente vegetales -Gómez de Barreda, Barbadillo, Vargas Machuca-, aunque no faltan las formas figurativas (mascarones, pelícano, custodia…) como en las casas de la Piedra y Colom.

 

 
Parece que en esta segunda mitad de la centuria se generalizó un modelo de portadas para toda la zona, como se desprende del contrato de edificación de la casa Ledesma en el que se hace referencia expresa a que la fachada se hiciera semejante a las de los señores Pastrana, Mier y Cruzado. De la misma forma, en una solicitud que realiza Diego Gómez de Barreda al Ayuntamiento pone en relación la fachada que está constru­yendo con las que "dan a un pueblo honor y brillantez... como se ven en las del contorno y no sólo en las ciudades de Sevilla, Jerez, Cádiz y El Puerto de Santa María, sino también en las villas de Puerto Real, Chi­clana, Isla de León...".

 

 

 

El interior

 

 

Los interiores de estas casas presentan una serie de cons­tantes, como la presencia del patio central columnario, que ilumina y airea la casa bajoandaluza desde época romana e hispanoárabe. Aparece como ele­mento regulador de la distribución espacial, organizándose a su alrededor las cuatro crujías preferentes del edificio. Casi todos siguen un mismo modelo. Son de planta cuadrangular con columnas toscanas de mármol blanco -en Arizón, de mármol rosa-, que sostienen arcadas de medio punto enfoscadas y molduradas -excepcionalmente de piedra como en Barbadillo-, casi siempre con ménsulas en las claves. Algunos patios, como los gaditanos, suelen ser monumentales, al igual que las portadas y zaguanes, por el gran desarro­llo que adquiere el primer cuerpo al albergar las dos alturas de la planta baja y el entresuelo como en Arizón, de la Piedra, Rodríguez Pérez o Barbadillo.

 

 

La planta alta abre balcones al patio que suelen coincidir con el eje de cada arco inferior. Se sitúan entre pilastras, aunque Arizón presenta una curiosa fórmula de un doble balcón central en cada frente cerrados por una sola barandilla de hierro. Elemento imprescindible de estos patios es un brocal del pozo que se ubica en el centro. Todos ellos siguen un modelo único que se repite en casi todas las casas. Son de mármol blanco con sección octogonal al exterior, moldurándose la base y el borde y presentan bonitos herra­jes superiores de forja que casi siempre se coronan con una cruz latina. También fue frecuente situar un aljibe bajo el patio.

 

En Sanlúcar estos patios permanecen, como en el siglo anterior, rodeados por las cuatro galerías columnarias. Sus amplias proporciones no disminuyeron hasta llegado el siglo XIX, hecho que se produce en Cádiz ya en el siglo XVIII, donde los patios se reducirán paulatinamente desapareciendo las columnas, sustituidas por voladizos que sostienen las galerías altas, o bien se desplazan hacia un lado adosándose a la finca conti­gua mediante un muro medianero con perfil de U, hechos que en Sanlúcar se darán ya en el siglo XIX, a veces por división de uno de estos pala­cetes en dos casas independientes. Junto al patio principal se suele disponer otro patio secundario para dar luz a las casas de mayor fondo, así como un jardín trasero y corralón, que sigue cerrado a la ciudad por altas tapias según la herencia hispanoárabe, aunque a veces este tradicional jardín se verá sustituido por la zona de almacenes.

 

 

Las escaleras suelen ser monumentales. Este otro elemento noble de las casas continúa situándose en un lateral del patio, en eje acodado respecto al portal, como en el XVII, a diferencia de la gaditana que en este siglo ya aparece enfrentada a la puerta de entrada. Aunque en Sanlúcar se dan algunos casos, como en la casa Ledesma o Gómez de Barreda, donde la escalera aparece en el frente principal. El peldañeado de estas escaleras suele ser de mármol (Arizón) o piedra azul (Ledesma) y sus barandillas se tallan en maderas nobles traídas de Indias, como la caoba (Arizón) o piedra (Ledesma, Cruzado de Mendoza, Pastrana, de la Piedra, Terán…), decorándose el barrotaje con formas salomónicas o gruesos balaustres pétreos, a veces de complicados perfiles mixtilíneos.
 
Seguir en el siguiente enlace: http://desdetemplolucero.blogspot.com/2011/11/las-casas-sanluquenas-de-cargadores.html

 

 

 
 
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A. Romero

Para Buena divulgadora de la historia sanluqueña. Dices que su enfoque carece de una visión de su futuro y tiene un sesgo marcado por la historia de las grandes casas y familias ilustres? No estoy de aceurdo. Cada cual tiene lu línea de investigación (encima prácticamente altruista). Además yo he leio "La formación de las nuevas barriadas del siglo XX en Sanlúcar de Barrameda" (http://desdetemplolucero.blogspot.com/2011/10/la-de-las-nuevas-de-sanluc...) y creo que estás juzgando la parte por el todo. La valia profesional de Ana Gómez en Sanlucar está sobradamente probada.

ermalo

¿Mande?

Buena divulgadora de la historia sanluqueña

A pesar de lo que han dicho los jueces sobre el caso Arizón usted realiza una magnífica tarea divulgadora de la historiografía sanluqueña. Lástima, a mi parecer, que su enfoque carezca de una visión de su futuro, y tenga un sesgo marcado por la historia de las grandes casas y familias ilustres. Pero sin lugar a dudas, usted es la mejor. Aunque, ciertamente, yo prefiera un texto más constructivista.

Artículo de Ana Gómez Díaz-Franzón

Miles de disculpas, a la autora y a vosotros/as nuestros/as leyentes. Estaba entretenida, porque es un artículo muy largo con muchas fotos muy bien trabajado y se me ha despistado  poner el nombre de nuestra maravillosa historiadora sanluqueña. Mil perdones Ana. Aprovecho para mandarte desde esta web un afectuoso saludo.

 

Sanlúcar de Barrameda TV

melenita

Hola, quería dar la enhorabuena a Sanlucar TV por venir publicando desde hace tiempo este tipo de artículos y también avisar de que falta el nombre del autor. Gracias.

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